Reseña histórica:
PRIMERA CAPITAL DEL DEPARTAMENTO DEL HUILA Y UNO DE LOS
MUNICIPIOS MAS ANTIGUOS DEL CENTRO DEL PAIS
El Valle de Yacará, hoy Villavieja, estuvo poblado por
caseríos dispersos de indígenas Doches y Totoyoes, los cuales vivieron en la
ribera del río Cabrera (Totoró), los primeros, y en la margen derecha del río
Magdalena (Yuma) LOS Totoyoes. Como testimonio de esta época, Correal Urrego
(1977) encontró una gran cantidad de
materiales líticos, los cuales pertenecen a asentamientos temporales,
establecidos en grupos muy densos de cazadores, pescadores y recolectores.
La mayor parte de estos elementos corresponde a desechos de
talla o lascas atípicas o irregulares; en esta serie están representados
raspadores de tipo lateral, terminal y discoidal, asociados a actividades de
caza. A pesar de que es incuestionable la actividad humana prehistórica en la
región de Villavieja y la Tatacoa, su naturaleza está vagamente estudiada.
Estos indígenas mantuvieron buenas relaciones comerciales con los pueblos del
norte y del sur; los puntos de encuentro pudieron haber sido los sitios
conocidos como Piedra Pintada, en la margen izquierda del río Magdalena
(municipio de Aipe) y La Venta (municipio de Villavieja); algunas cerámicas
encontradas por los campesinos dan cuanta de este hecho permitiéndonos entender
la red de caminos que hubo en el territorio huilense por donde transitaron
numerosas tribus, y culturas dese tiempos inmemoriales.
“El camino del Páramo de las Papas o del Sur, tiene antiquísimo origen que le dieron los
intercambios indígenas en tiempos precolombinos. Bien se sabe que sobre él, se
realizó el comercio de distintas naciones, como la sal de los Chibchas y las
mantas y tejidos de los Incas del Perú y otras civilizaciones situadas más
abajo de la línea ecuatorial”. Estos pueblos cayeron en manos de conquistadores
ambiciosos, codiciosos, que atendían a un patrón cultural, dirigidos por
Gonzalo Jiménez de Quesada, quien llegó desde el norte y bautizó este lugar
como “Valle de las tristezas” (1538), y Sebastián de Belalcázar, quien venía de
sur a norte (1539); los dos en busca del “Dorado”. Joaquín García Borrero, retomando
al padre Aguado, en su obra Recopilación Historial, afirma: “Teniendo noticias
de las muchas riquezas que en Neiva había, fue allá con parte de su gente…Había
en este valle de Neiva de la una parte y otra del río algunas poblaciones.
Los naturales, teniendo noticias de la llegada de los
españoles, dejaron sus pueblos y se pasaron a la otra parte del río grande,
pero luego, algunos pasaron a visitar al general, y trajeron de presente
cincuenta libras de oro muy fino y subido de quilates. La noticia del pilar de
oro no era cierta; se trataba de un madero recubierto con oro; los españoles
enfermaron debido al clima ardiente, razón por la cual le dan el nombre ya mencionado de “Valle de las
Tristezas” “El valle de Neiva fue el nombre que diera Belalcázar a lo que hoy
es propiamente el departamento del Huila”.
A partir de entonces, se entabla una lucha de principios, de
cosmovisiones diferentes, los indígenas
con el vigor y energía ecológica contra la fuerza de los españoles portadores
de una cultura del Medioevo decadente. Según Bernardo Tovar Zambrano, quien
toma datos de Fray Jerónimo, el exterminio de los indígenas fue inminente: 1538
20.000 indígenas en la provincia de Timaná, 1582 700 indígenas en la misma
provincia. Lo cual implica que en 44 años han dejado de existir 19.300
indígenas en la provincia de Timaná. “Sebastián de Belalcázar llegó al valle de
Neiva en 1538, un año después que lo hiciera Jiménez de Quesada.
Al parecer, la entrada de Belalcázar fue bastante violenta,
pues así lo señalaban fundados indicios que sobre sus actividades de ranchería,
apropiación de oro, captura de mujeres indígenas, quema de pueblos y otros
hechos similares, según una probanza hecha en Santa Fe en 1539 ante el alguacil
mayor Hernán Pérez de Quesada.
Para la expedición de Belalcázar, según lo manifiesta Juan
de Castellanos, “el valle de Neiva resultó ser una tierra exactamente opuesta a
la experimentada por los hombres de Jiménez de Quesada”. El conquistador
Sebastián de Belalcázar, recorrió el valle del río Guacacayo de sur a norte.
Comprendió el español la importancia de la región como punto clave en la
comunicación con Quito y Popayán y ordenó la fundación de las ciudades de San Calixto
de Timaná y la Limpia Concepción del valle de Neiva…La guerra fue el fenómeno
inaugural de la presencia española en el valle del Alto Magdalena. Mediante la
violencia, el terror y la muerte, el conquistador (Sebastián de Belalcázar) se
abrió campo, ocupó el territorio y subyugó a los indios.
El conquistador se apropió de la tierra indígena, fundó
ciudades que en un comienzo tenían las características de fuerte militares,
formó estancias que pronto habrían de convertirse en haciendas ganaderas y se aplicó
a la consecución de oro. La constitución temprana de las haciendas ganaderas.
En esta lucha desigual se impone la segunda.
La preñez de las indígenas, fruto de la usurpación y
violación en el primer momento, da origen a una raza mestiza que poblará más
adelante estas tierras, pero aún así los indígenas no se doblegaron y con sus
tambores llamaron a la guerra; vencer o morir fue su lema.
Los europeos no se rinden y si la fuerza de las armas no
logra someter el coraje de un pueblo fiel a sus principios, lo van a intentar
ahora ideológicamente con la fuerza de la religión y para ello traen a los
Jesuitas quienes llegan en 1612; ellos crean la hacienda Aposentos, que poco
después se convierte en emporio de riqueza ganadera y adoctrinamiento católico
y si bien los indígenas de la región no son confiables por su aguerrido pensar,
deciden traer los indígenas del Caquetá, más sumisos y fáciles de manejar para
las labores agrícolas y ganaderas; esta mano de obra fue complementada con
negros.
PROCESO DE FUNDACION DEL HOY MUNICIPIO DE VILLAVIEJA
Esta población tiene origen en las tierras pobladas por los
indígenas de origen Tama, ubicados en la margen derecha del río Grande hasta el
río Cabrera. Eran pobres y parece que pagan tributo algunas veces a los paeces y
otras a los Andaquíes.
Primera fundación: La fundación de este poblado esta
íntimamente relacionada con la fundación de la ciudad de Neiva. Sebastián de
Belalcázar antes de regresar a España (con Gonzalo Jiménez de Quesada y Nicolás
de Federmann) decide enviar a su lugarteniente, el capitán Juan de Cabrera, a
fundar una población; esta fundación se hizo en 1539 en el sitio Las Tapias
(hoy Otás, vereda del municipio de Campoalegre) bajo la advocación de Nuestra
Señora de la Concepción, la ciudad de Neiva. La población duró hasta 1510.
Segunda fundación: Para el año de 1510, la población fundada
por Juan de Cabrera fue atacada ferozmente por los nativos. Mandaba el cuerpo
de guardia de los españoles el capitán Juan de Alonso; los españoles se vieron
obligados a salir en forzosa retirada hacia el Norte, hasta un lugar donde se
levantan peñones al lado y lado del camino; este lugar fue tomado como
fortaleza por los conquistadores que lograron contener el avance de los
indígenas; al lugar se le conoce como Fortalecillas. Con los restos de su tropa
y con el mismo empeño se dio fundación a la población de Neiva, siguiendo la
orden de Belalcázar, en el lugar ocupado actualmente por Villavieja.
Allí, la colonia floreció hasta el año 1569 en que fue
destruida por los pijaos, y sus habitantes se vieron obligados a trasladarse a
Timaná.21 Esta versión es ratificada por el padre Jenaro Díaz Jordán, quien da
como fecha precisa de la fundación el 18 de agosto de 1550 con el nombre de
“San Juan Nepomuceno de Neiva. La población de San Juan Nepomuceno de Neiva fue
asaltada por Álvaro de Oyón en un recorrido devastador de Sur a Norte viniendo
desde Perú, y pasando por Popayán, La Plata y Timaná, donde se le unió Gonzalo
de Zúñiga con treinta hombres; formando un ejército de cien soldados marchó
sobre San Juan de Neiva; tomó sorpresivamente a la población, mató a los
regidores que estaban reunidos en Cabildo y robó cuanto estuvo a su alcance;
para apaciguar la situación y tratar de que los moradores regresen a sus casas
y reforme en lo necesario según convenga a su majestad fue enviado el capitán
Martín Tafur. A estos funestos acontecimientos le siguieron la insurrección de
los naturales. Retomando a Jenaro Díaz Jordán, quien cita a Enrique Ortega
Ricaurte en su obra “Recuerdos de la Real Audiencia” tomo 1, el acuerdo 13 de
abril de 1554 dice que por causa del alzamiento de Álvaro de Oyón “Los
naturales de la villa de San Juan de Neiva se alzaron y rebelaron del servicio
de su Majestad y han muerto cuatro
españoles. Por el riesgo que corren, han enviado a pedir socorro a esta
Real Audiencia, lo cual si con brevedad no se les diese podría ser causa de que
la dicha Villa de Neiva se despoblase, de que Dios y Su Majestad serian
deservidos”. Los indígenas de la región continuaron buscando liberarse de los
españoles posiblemente apoyados por los guerreros pijaos, raza valerosa y feroz
que atrasó por más de 70 años la colonización de lo que hoy es el departamento
del Huila, según Jenaro Díaz, quien cita a Rodríguez Freile y el capitán Diego
Bocanegra. Dice el primero en su obra El Carnero: “Los paeces eran naturales de
aquella cordillera, los Pijaos habían llegado desde el Darién al asentamiento
Paez con quienes trabaron amistad y parentesco, y se apoderaron de aquella
cordillera (Central), de esta banda del río Grande por encima del valle de
Neiva corre otra cordillera (Oriental)
en ella residen los Duhos, y Bahaduos que son la carne de los Pijaos… pues esta
gente por más de cuarenta y cinco años infestaban, robaban, asaltaban estos dos
caminos, matando a los pasajeros, hombres, mujeres, niños, sacerdotes con todos
los criados y gente que los acompañaba”.
El capitán Bocanegra,
a solicitud del Gobernador de Popayán, dice: “La tierra donde viven estos
indios Pijaos es muy áspera y fragosa…Los caminos reales los tienen todos
custodiados y no se puede pasar sin escolta y guarnición de arcabuceros. Con
esto tienen tan atemorizados y afligidos los pueblos de españoles y naturales
que han quedado, que no se hallan seguros, ni lo están, así se hayan
fortificado y cercado de tapias y palenques para que no den sobre ellos de
noche y los acaben a todos.
El 14 de noviembre de 1569 fue completamente destruida la
población de San Juan de Nepomuceno de Neiva por los indios Totoyoes, aliados
con los doches y pijaos, en venganza del ultraje cometido por Juan de Horta
–teniente del capitán Juan de Alonso– en Tocayá, princesa aborigen, hija del
cacique Totoyó, dueño y señor de la comarca.
Francisco de Paula Plazas menciona que el Teniente Juan de
Horta, al encontrar sola a la princesa, la tomó como su esposa y formó hogar
con ella, y debido a su gran fortaleza física y su capacidad para nadar en los
ríos, se convirtió en el jefe de los indígenas. Esta es una manera muy
romántica de justificar el mestizaje en la región. El Presidente don Juan de
Borja dio expresas órdenes de “dominar a sangre y fuego a los indios” de la
destruida villa, como en efecto ocurrió.
Origen del nombre de Villavieja: El nombre de Villavieja se
originó a partir de 1613, debido a que don Diego de Ospina, fundador de la
provincia de Neiva, para referirse a la fundación hecha por Juan de Alonso “la
mentara como Villa vieja nombre en gracia a que los pobladores de los que
distinguiera y honrara.” Es bueno hacer hincapié en el origen del actual
poblado de Villavieja, debido a que siendo uno de los pueblos más antiguos, aún
no logra despegar en su proceso desarrollo. “En 1612 don Diego de Ospina y
Medinilla, gobernador y capitán general, alguacil mayor de la Real Audiencia
del Nuevo Reino de Granada llegó a la Villa de San Juan de Neiva y la encontró
casi deshabitada. Únicamente residían algunos indios y mestizos, y tan solo, a
unos cuantos kilómetros de la villa, habitaban la riberas del río Tocayó (hoy
Cabrera) la tribu de los indios doches, y a unos pocos las del Totoyó (hoy río
Villavieja), los Totoyoes” Es muy probable que Francisco Plazas haya cometido
un error de apreciación al llamar Totoyó al rió Villavieja, porque aún hoy el
principal afluente de este río lleva por nombre Guarocó. Como se puede
observar, hasta este momento histórico Villavieja era un territorio habitado de
manera dispersa por algunos colonos; el pueblo como trazado dentro de la
concepción española no existía.
Creación de la provincia de Neiva: El fundador de la provincia
de Neiva, venía procedente de Remedios (actual Antioquia), donde se había
dedicado a encomendero de indios, poseyendo minas y cuadrillas de esclavos
negros; así que trasladó buena parte de sus inversiones hasta Neiva, llevando
entre ellas los esclavos, quienes eran muy hábiles en las labores de la
minería. La gobernación de Neiva fue creada en 1610 en la presidencia de Juan
de Borja. Otorgada mediante capitulaciones con la Real Audiencia, comprendía
las provincias de Saldaña, Neiva y Timaná. Se convirtió en un verdadero feudo
que recibió el capitán Diego de Ospina y Medinilla, fundador de Neiva, quien la
ejerció hasta el día de su muerte, el 17 de marzo de 1630; esta fue heredada
por su hijo, Don Francisco Martínez de Ospina, quien desempeñó el cargo hasta
1650, dejado a su vez en herencia a su hijo Diego de Ospina Maldonado; en 1665
le sucedió su hermano don Jacinto de Ospina y Maldonado, hasta 1667 que se
nombró a Francisco Álvarez Velasco, primo hermano del anterior y biznieto del
fundador Diego de Ospina. Estos datos sobre la Gobernación de Neiva colonial
permiten ver cómo hubo un proceso de heredad en el manejo de la Gobernación,
quedando clara la incidencia del concepto feudal en el desarrollo político de
la región.
Evangelización: En el transcurso de conquista y colonización
fue muy importante el papel que desempeñó la Iglesia Católica. Sin embargo,
para esta región no hacen mucha referencia a él los cronistas e historiadores.
Hay un dato importante que permite vislumbrar el papel ideológico de la Iglesia
en el desarrollo cultural colonial: “Su majestad don Felipe II, por real cédula
expedida en Sevilla en el año de 1557, donó a la fábrica de la iglesia de San
Juan de Neiva quinientos ducados para su construcción. Como era costumbre, por
acuerdo del 29 de septiembre de 1559 el cabildo de la nombrada Villa de san
Juan de Neiva otorgó poder a Pedro Suárez, procurador de causas de la Real
Audiencia del Nuevo Reino de Granada y a Lope de Rioja, relator de dicha
Audiencia, para que percibiera la donación”. Y en síntesis, continuaron los
poderes que da el concejo de justicia y regimiento a Pedro Xuárez, y todo el
proceso hasta recibir la donación. Ver anexo Nº 4. El mayordomo de fábrica de
la iglesia de San Juan de Neiva, a su vez, otorgó los espectivos poderes, hasta
recibir los quinientos ducados e invertirlos en la construcción de la iglesia;
se puede deducir que esta primera iglesia hace referencia a la capilla Santa
Bárbara, más tarde reedificada por José María Herrera Bahamón como se explicará
más adelante.
Hacienda Los Aposentos: Francisco Plazas, retomando a don
Gabino Charry en su obra Frutos de mi tierra, afirma: El 4 de mayo de 1631,
Francisco Martínez de Ospina, gobernador de la Villa de Timaná Neiva y Saldaña,
hijo de don Diego de Ospina y Medinilla, el fundador de Nuestra Señora de la
Limpia Concepción del Valle de Neiva”, hizo gracia y donación al Colegio de la
Compañía de Jesús de tres caballerías de tierra de las antiguas, de a seis mil
pasos en contorno, desde donde entra el río Villavieja en el río grande de la
Magdalena, corriendo el dicho río arriba en todo lo que alcanzaran el límite de
las caballerías”.
Los padres Jesuitas habían llegado al valle de Neiva en
1606; se dedicaron a la misión apostólica entre los indios y mestizos dedicados
a la agricultura y la pesca. Estos se reunían con los indios Doches en un punto
de la quebrada La Venta, situada en el trayecto del camino viejo que conduce de
Viillavieja a Cabrera, camino hacia Bogotá, para realizar sus mercados e
intercambios. Los miembros de la Compañía de Jesús, además de su misión
apostólica, dedicaron mucho tiempo y esfuerzo en la consolidación de la
hacienda los Aposentos adquiriendo tierras por donación y/ o por compra y
ganados, además de los bienes y servidumbre que había en las adquisiciones; en
esta tarea se destacó el hermano Manuel Martín, Procurador de la Compañía de
Jesús, quien además hizo construir el edificio cuyas ruinas aún hoy se aprecian
en el terreno de lo que fue la hacienda el Porvenir (hoy parcelación el
Porvenir).
Entre las compras que hizo se cuenta la hecha a Leonardo de
Mendoza descendiente legitimo del capitán Francisco de Mendoza, en 1646, de la
estancia que por heredad le correspondía, en el sitio los Ahorcados que lindan
por una parte con el río Cabrea y por otra con tierras de la Compañía de Jesús
y el río grande de la Magdalena, excepto una estancia de tierra que tiene el
Paso Real, donde está la barqueta con el mismo paso. Esta adquisición fue
ampliada con la compra a Doña Francisca de Mendoza y María Mendoza, hermanas de
Leonardo Mendoza, en 1648, de las tierras heredadas en la misma estancia de los
Ahorcados; estas tierras se extendían desde la orilla del río Cabrera hasta la
quebrada los Ahorcados, trece estancias de las ordinarias las primeras y las
segundas comprendían cuatro estancias: los terrenos desde la orilla del río
grande de la Magdalena hacia la sierra más alta de esta parte, más otras cinco
que principiaban desde el sitio de los Ahorcados río arriba hasta lindar con
las tierras de la Compañía de Jesús, es decir, con lo que hoy es la parcelación
el Porvenir. Estas tierras pertenecieron al capitán Francisco de Mendoza, quien
las recibió por donación de don Diego de Ospina y Medinilla, en virtud de
importantes servicios prestados a la Corona en la conquista de los indios
Duhos, otras en la fundación de Neiva y por último por castigar y someter a los
rebeldes Pijaos en tiempos de la presidencia de Juan de Borja. En 1659 el padre
Gaspar de Cujía compra a José Garrido de Ávila y su esposa María Fajardo
veintiuna estancias en terrenos de Guarocó, río Villavieja, la serranía Hato de
Bogotá y Señoría. La prosperidad económica de la hacienda Los Aposentos era
reconocida, ya que a este lugar concurrían hacendados de Neiva, Timaná, Tocaima
y Saldaña a negociar con la Compañía.
En 1760, eran poseedores de diez mil reses vacunas, fuera de
quinientas cabezas entre caballosy bestias y flojamente un millar de corridas
yeguas y animales menores, todo repartido en los hatos que componían y se
administraban desde la hacienda de Villavieja. Las relaciones de producción de
estos años de la hacienda de Los Aposentos se realizaron muy cordiales con un
trato afable y hasta familiarmente dentro del respeto que los amos exigían a
sus inferiores y esclavos, reconociendo las habilidades laborales de cada uno
para su desempeño.
Entre servidumbre y esclavos había un sano espíritu de
conformismo fatalista; y el aire sano de los campos y el austero hábito del
quehacer diario, plagado de virtudes y de hechos patriarcales en donde los
frailes exaltaban los primeros, levantaban el ánimo y aderezaban el carácter de
la muchedumbre para un servicio generoso como para una galantería natural. De
esta apreciación, que es un poco romántica y con un fondo de perfección
cristiana, pasamos a otra apreciación de la realidad. La explotación de los
esclavos por parte de los Jesuitas presentó varias características que la
identifican; algunas de ellas en franca contravía con la Corona.
Según la misma fuente bibliográfica, se les inculcó la
religión católica y por ende la familia monogámica de línea patriarcal, casi
todos provenientes de negros bozales, es decir, traídos directamente de África.
Se les permitió conservar las bases culturales y organizativas al interior de
su grupo admitiéndoles la unión familiar y comunitaria alrededor de una
fracción de tierras llamadas “Conucos”, consistentes en parcelas pequeñas, pero
suficientes para sembrar maíz, caña de azúcar y demás productos necesarios para
la alimentación, además de monte para sacar leña y madera para construir sus
rústicos ranchos.
En los conucos cultivaban y criaban especies menores para el
autoabastecimiento alimentario del grupo y para con el excedente cubrir la
demanda de los hermanos evangelizadores y administradores o legos. La
dedicación de la hacienda era la ganadería extensiva por lo cual no se requería
la mano de obra femenina, lo que permitía a las mujeres dedicarse a las labores
agrícolas y cría de especies menores para su alimentación y el cuidado de la
hacienda. Los esclavos podían trabajar a un ritmo más relajado sin que les
vigilase constantemente su forma de vivir. Lo anterior permitió incentivar la
productividad de la Hacienda, propiciar el arraigo a la tierra, el acato y
respeto a las normas impuestas por los Jesuitas y fomentar la convivencia
armónica y pacífica al interior de la comunidad.
En 1767 los padres de la Compañía de Jesús fueron expulsados
de los dominios de España por su Majestad el Rey Carlos III de Borbón y al
Virrey don Pedro Mecía de la Cerda le tocó esta expulsión en el Nuevo Reino de
Granada. Como consecuencia inmediata, el 3 de agosto de 1767 el Virrey
comisionó a don Miguel Gálvez y Ceballos, Gobernador de Neiva, para que se
traslade a la hacienda Los Aposentos con escribano y testigos para entregar la
carta de su provincial, al padre administrador Saturnino Fornet, solicitar las
llaves, inventario y orden de abandonar la hacienda y ser conducido a la Villa
de Honda, para dar cumplimiento a la orden del rey.
El 4 de septiembre, por orden del Virrey se entregaron todos
los hatos, enseres y semovientes al esclavo Juan Fortunato, muy conocedor como
que había sido adiestrado por el Provincial Tías en la administración. Hasta
este momento no se había logrado hacer el inventario de los semovientes, debido
a la temporada de lluvias, propias de este periodo de tiempo. En noviembre, se
trasladó el Gobernador a Villavieja para presenciar los rodeos. Estando en este
lugar recibió orden superior para entregar todos esos haberes a Don Fernando de
Guzman y Luna, quien había sido nombrado administrador, hecho que se verificó
ante los testigos: Miguel de la Borda y Juan Calderón el 23 de diciembre del
mismo año, hasta el 4 de marzo de 1769.
En el mes de agosto de 1767, todos los bienes de la compañía
de Jesús en el Nuevo Reino de Granada fueron ocupados por las autoridades
civiles, y con ese motivo de 1769 a 1770, sirvió el cargo de administrador de
la hacienda don José Antonio del Lago, quien de allí pasó a Gobernador y
Justicia Mayor de la ciudad y Provincia de Neiva, y Corregidor del partido de
los Paeces. Es muy importante el énfasis
que Francisco Plazas hace sobre este asunto tomando los datos del Archivo
Nacional de Temporalidades tomo 7 folio 889, Virrey “…toda la hacienda se compone
de 219 y media estancias, treinta y cuatro y media cabuyas de tierra, 15.176
reces vacunas 2716 yeguas 843 cabras 98 ovejas, 98 esclavos…su valor total es
de 108.620 pesos 5 reales, 7 maravedíes y dos tercios de otro. Dado a los 14
días del mes de junio de 1762. Firma Antonio del Lago y Roque Arias de Prada,
escribano público. Hecha la demarcación el señor Francisco Antonio Moreno,
Protector General del Nuevo Reino y fiscal de la Junta de Temporalidades,
ordena pregonar la venta de las haciendas; este acto se ofició en la voz de
Juan mulato durante treinta días en la esquina en la plaza pública a la salida
de la misa mayor. Pasado este tiempo, aún no se vendían las haciendas por lo
que las continuó administrando don Antonio del Lago.
En 1776 don Joaquín Arce y Piedrahita, vecino de Neiva
informó a la Real Junta de Temporalidades que remataría las haciendas pagando
una parte de contado y otros meses después, asegurando un rédito (interés). El
5 de agosto de 1775 había entrado a ejercer como Gobernador de la provincia de
Neiva el señor Policarpo Fernández, quien con Faustino Flores, abogado de la
Real Audiencia y el señor del Lago hicieron entrega de la hacienda al señor
Arce.
FUNDACIÓN DEL CENTRO ADMINISTRATIVO DE LO QUE HOY ES EL
MUNICIPIO DE VILLAVIEJA
En el transcurso de la Colonia, el poblado de Villavieja fue
sujeto de hechos históricos que se perdieron en el tiempo, sin dejar huella
fehaciente de su acontecer en desarrollo del progreso, pero que para entender
lo que hoy es el devenir cultural se debe tener presentes. Seguimos a Francisco
de Paula Plazas: cuatro años antes de que fueran expulsados los Jesuitas, los
villaviejunos se habían dirigido al señor Arzobispo Metropolitano de Santafé
para que su capilla y vecindario fueran constituido en parroquia.
Este documento quedó sin respuesta debido a la muerte del
Ilustrísimo Señor Araus en 1764. Nueve años más tarde el señor Arzobispo fray
Agustín Camacho encomendó al Dr. Francisco de Vargas la solicitud de las
villaviejunos, por ser este visitador de las provincias de Tocaima, Neiva, y
cura de la Villa de Purificación; sin mediar palabra, el cura intentó anexar a
su parroquia los hatos de Boquerón, Salermo y Raspacanillas que pertenecían a
la hacienda de Villavieja, y además logró que el señor Virrey aprobara los
límites de los Aposentos de Villavieja. Este hecho ocasionó la protesta de los
villaviejunos y del cura de Alpujarra.
El visitador Vargas, para solucionar el problema, encarga al
Gobernador de la provincia de Neiva, y solicita al capellán de la hacienda de
Villavieja datos sobre número de habitantes y lo que producían las primicias y
limosnas. La respuesta manifiesta que dentro de los límites dados hay 90
cabezas de familias que pueden aportar treinta pesos anuales; manifestando que
es justa la protesta que hacen los vecinos de Boquerón, Salermo, Raspacanillas
a unirse a la parroquia de Alpujarra, ya que estos moradores se agregarán a la
nueva parroquia que ha de fundar en Villavieja. El señor Gobernador envía al
señor visitador eclesiástico el informe así:
1. Es justa la oposición de los vecinos de Boquerón, Salermo
y Raspacanillas para unirse a la parroquia de Alpujarra y pedir la agregación a
la nueva que se ha de fundar en Villavieja.
2. Las familias al presente existen exceden a ciento, las
que aumentará cuando se vendan las dieciséis haciendas, y se compondrá un
vecindario que haga apetecibles el curato por su congruo, conveniencia y fácil
administración.
3. Los hatos son ricos por sus ganados; cada hato ha sido
evaluado en 7.00 pesos, lo que atraerá a las gentes para aumentar el
vecindario.
4. Para formar la población me parece ser en el hato de
Villavieja donde está la capilla, cuyo terreno de medio cuarto de estancia
podrá valer 10 Pesos, a razón de 80 en que se ha evaluado la estancia, el cómo
depende su donación de la real Junta de Temporalidades, no puedo opositar si la
cederá su majestad junio de 1772 José Antonio del Lago. Los documentos fueron enviados al Virrey
Guirior, quien ordena a la junta de Temporalidades ceder la capilla y terreno
necesarios para la nueva parroquia.
Se infiere del devenir historiográfico que para el año de
1773 aun no había un centro administrativo conforme a la usanza española en la
fundación de pueblos, sino caseríos dispersos en torno de las haciendas; razón
por la cual, la actual Villavieja nace como centro administrativo por la
intervención de los pobladores y la necesidad de una parroquia que facilitara
la oficialización de los actos religiosos y como estrategia de atraer nuevas
familias que compraran los hatos que estaban a la venta. El 7 de mayo de 1775,
la Junta de Temporalices expresó: “Que desde luego aplican y adjudican la
hacienda de Villavieja para que sirva de iglesia a la parroquia, concediendo al
mismo tiempo el cuadro de plaza y casa de habitación del señor cura, con lo
preciso para cárcel, a cuyo efecto se librará orden al Gobernador de la
Provincia de Neiva administradora de aquella hacienda para que en esta
inteligencia separe la parte de terreno que va aplicada, midiéndola con prolija
especificación para que se entregue con capilla a quien corresponda quedando
derecho a la misma hacienda para arrendar por precios equitativos los solares
necesarios a los que quieran poblarse. Firma el auto anterior Guirior, Garjano,
Arostegui, Ríos y Moreno”.
Trazado del poblado de la actual Villavieja: El gobernador
del Lago siguiendo los parámetros establecidos hace su informe donde consta lo
siguiente: “Yo don José Antonio del Lago administrador de las haciendas de
Villavieja… hago la siguiente medición: Desde la esquina de la casa de vivienda
de este hato que esta hacia la parte del Río grande de la Magdalena, siguiendo
recto al frente de dicha casa hacia la quebrada Verde, hasta donde llegaron las
sesenta y seis varas, se puso un estantillo por mojón, quedando formado el
costado que mira al oriente. Y desde dicho estantillo siguiendo en recto el
costado que mira hacia la parte del sur y esta al lado de dicha quebrada Verde,
hasta otro estantillo en que se contaron otras tantas varas, desde este,
dándole las mismas, llego delante un poco de la esquina que hace el corral de
este hato, igual con la esquina de la casa del negro Salvador, que forma las
dos bocacalles cruzadas que debe tener la plaza por esquina, y quedo delineado
el costado que mira al poniente; desde dicho paraje siguiendo la casa del sobre
dicho negro Salvador se midieron otras tantas varas que llegaron a la esquina
de la casa del primer lindero, formando el costado que mira a la parte del
norte, y demarca la plaza. Elijo y separo en cualquiera de dichos costados para
la iglesia el terreno de ciento cuarenta y ocho pies de largo (148) por treinta
de ancho (30 que son los mismos que tiene la actual capilla. Para la casa del
cura el solar contiguo a la iglesia, de ochenta pies en cuadro y para la cárcel
el de sesenta pies uno y otro competente, con lo que se termina la presente
diligencia en la Hacienda de Villavieja jurisdicción de la ciudad de Neiva, a
29 días del mes de mayo de 1775 José Antonio del Lago.
El alarife Miguel Rivera. Testigos, Juan Bahamón, Francisco
Marroquín.” A partir de este momento, Villavieja cuenta con el marco
característico de las fundaciones españolas, alrededor de las cuales se
desarrollan los hechos del diario vivir de la época, en cuanto a su derredor se
poblaba con las personas más prestantes del momento, se ofrecía los oficios
religiosos y se decidía sobre asuntos sociales de importancia del poblado.
bandera
escudo
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